viernes, 5 de febrero de 2016

Y QUÉ TAL SI NOS DECLARAMOS SANAS?

Llegar a estar sana es también una cuestión de actitud ante la vida, de cómo miramos los hechos de nuestra historia y cómo los aceptamos para nutrirnos de ellos y tomar nuestro propio destino

Este es un tiempo maravilloso donde toda sanación que se realiza en las distintas áreas de nuestra vida, tiene una repercusión en nuestro linaje familiar hacia atrás y hacia adelante de nosotras. Este es un tiempo en donde estamos actualizando información genética, por lo que la información con la que hemos vivido como humanidad hasta ahora, debe ser revisada y recicla para abrirnos a vivir en una nueva frecuencia.

Entonces el sanar no es en si la meta, por así decirlo, sino es simplemente una primera etapa de  la integración como almas, reconocernos Seres eternos, chispas divinas. Pero si me quedo mucho tiempo mirando mis heridas y las de mis ancestros, es posible que detenga este proceso de consciencia que es necesaria para la actualización de información requerida, es decir de dar el segundo paso.

Por ello propongo a través de este escrito, detenernos un momento a mirar la manera en la que nos vemos y vemos nuestro destino, la manera que miramos también en destino ajeno, ya sea de nuestros imperfectos padres, como el de las personas que no conocemos pero compartimos esta misma casa, nuestra madre Tierra. Atinadamente el Maestro Helinger nos habla del poder que tienen nuestras imágenes internas para tomar la vida. Entonces vale la pena tomar consciencia de esas imágenes internas cuanto nos ayudan a tomar la vida y cuánto nos alejan de ello.

Declarar sana la relación con nuestra madre.


Hablo ahora de cómo influyen estas imágenes en nuestra conexión con la madre.

Hoy en día hay muchísimas técnicas que abordan la sanación del Linaje femenino, porque es realmente necesario para todo el proceso de conciencia evolutiva, pero a veces nos detenemos mucho tiempo mirando a nuestra madre. A veces creemos que la miramos, pero en realidad no la vemos, ya que sólo vemos nuestras imágenes proyectada en ella. A veces estamos tan conectadas con sus heridas y con los destinos de quienes las heredamos que nos desconectamos de nuestro propio destino y nuestras posibilidades de anclarnos en el presente. Para todo ello está muy bien sanar esta relación.

He visto casos de personas que se quedan en eso por mucho tiempo y hasta desarrollan una "adicción" por hurgar esas heridas ajenas, a veces hasta dejamos que esas heridas nos identifiquen y anulamos completamente las posibilidades de quienes somos. Mujeres y hombres que dicen: "yo no puedo tener pareja porque fui una hija no deseada", "yo nunca podré tener hijos porque viví un abuso cuando era niña", "no encuentro un motivo de vivir porque haga lo que haga, no valgo nada para mi entorno", y así.... dejamos que esas "heridas" nos definan y con ello se cierran muchas ventanas y puertas.

Por ello creo que una etapa importantísima es la de reconocer las heridas y la aceptación de nuestro linaje de mujeres. Esta etapa no es pasiva, sino más bien activa. Aceptar todo lo que pasó antes de mi y en mi propia vida, aceptar todo lo que vivi, todo lo que recibí. Tal vez mi madre no pudo darme cariño porque ella no lo tuvo, tal vez ni siquiera pudo cuidarme porque estaba mirando sus propias ausencias, pero nos olvidamos de lo fundamental.

Nuestra madre nos dijo que si a la vida cuando nos parió. Gracias a ella estamos aquí. Cuando sigo mirando lo que no recibí de ella, me cierro a tomar lo que realmente ella si pudo darme. 


Aceptar la madre que tengo me abre a aceptar mi vida y mi destino



Mirar a los padres

Mirar tanto a nuestro linaje femenino nos deja sin lugar a mirar a los hombres, a nuestro padre, a sus padres, a los hombres de estas mujeres. Cuando los miramos con vergüenza, pena, enojo, los estamos mirando desde una emoción que no es nuestra. Nuestro padre es sólo eso, nuestro padre, y eso es lo escencial que debemos mirar para poder tomar lo que él tiene para darnos. La masculinidad esta también muy herida y entonces los hombres tienen miedo de acercarse a sus hijas, de hacerles daño. La mujer que no ha tomado a su padre luego no valora al padre de sus hijos y no permite que sus hijos se acerquen a su padre, entonces seguimos enredadas en la misma repetición.

Mirar a nuestro padre y aceptarlo con todo lo que es, nos permite honrar la energìa masculina y poder entonces acceder a la vida de pareja.  De esa manera nosotras también podemos traer vida y dejar que nuestro linaje se pase. También nos permite reequilibrar la naturaleza en nosotras.

Sólo valorando y apreciando la energía masculina, el hombre puede conectarse con ru rol, su energía y aportar desde ahí. Así es posible construir una familia nueva, sin mirar atrás, sin querer reparar en los hijos, que son lo nuevo, lo que quedó quebrado de nuestra familia, que es lo pasado.


Cuando hacemos una nueva familia, debemos ser capaces de dejar de mirar atrás y más bien tomar todo aquello como fuerza que nos permite sostenernos para sostener a nuestros hijos y proyectos.



Vivir el presente

Cuando nos declaramos sanas es cuando ya no tenemos ninguna cuenta pendiente con el pasado, ya hemos aceptado la vida como nos ha llegado y estamos en nuestro lugar, ya sea como hijas, esposas, madres, etc. Ahí entonces llega una apertura de consciencia, un nuevo clic. Ahí empezamos a recordar para qué hemos elegido ese destino, porqué sólo mediante esos padres y esas experiencias nosotras podíamos haber accedido a este lugar de consciencia. Así viene entonces el agradecimiento y con ello la libertad!

La libertad es simplemente anclarnos en le presente. Quien soy yo, ahora, en esta vida, en mi condición de humanita.

Qué puedo hacer con lo que he recibido? Lo que no he recibido, cómo lo puedo buscar fuera de mi sistema? Cómo puedo yo darme creativamente y en libertad todo lo que necesito y quiero para seguir creciendo?


Decir SI a todo, a todos, a nuestro pasado, a nuestros errores, a nuestros aciertos, a todo, inclusive a lo que tal vez ya no vamos a poder sanar en esta vida.

Decir Si a todo y estar en paz con lo que recibimos es el primer paso para ponernos al servicio de esta nueva consciencia humana luminosa que estamos despertando.



Con amor
MaríaFé